¡Dios mío!! ¡¡Ya
faltan solo seis días para que se termine el año!! Cada vez tengo la sensación
más fuerte de que mientras mas edad tengo, más rápido se me pasa el tiempo. Ya
van 15 inviernos y con cada invierno 15 navidades que paso fuera de mi país (salvo
las navidades del 2005 en las que estuve de vacaciones en Venezuela, las
últimas navidades fabulosas que he tenido)
Ayer fui a cenar Tex
Mex con una amiga y su perrita, luego fuimos a un bar a tomar una cerveza y luego
cada una se fue a dormir a su casa. A LAS 21.30 DE LA NOCHE!! ¡¡¡EL 24 DE
DICIEMBE!!! ¡¡¡¿¿Dios que vaina es esa??!!! Solo en Suiza… Ni cuando estaba
chiquita y me iba a la cama temprano para que el Niño Jesus “llegara más rápido”
me iba tan temprano a dormir como ayer. Nooooo mira te voy a decir una vaina: ¡¡¡Mis
navidades venezolanas no las cambio ni por millones de euros!!! Yo metida en mi
cama a las 22.30 de la noche en uno de los países más seguros del mundo,
mientras que mis panas en Venezuela ya estaban bien prendios echando vaina con
la familia y los vecinos.
Aquí la familia son la
mamá el papá el papá y los hijos. Para uno, la familia es: los padres, los tíos,
los abuelos, los primos, los cuñados, los suegros y hasta los vecinos.
En el mundo occidental
se celebra la navidad como un evento familiar, pero lo que para la gente de aquí
es la familia, para nosotros es solo el principio.
La Noche Buena y el Año
Nuevo a para nosotros, están precedidos por una serie de rituales que comienzan
incluso mucho antes del mes diciembre: A finales de octubre comienzan las Gaitas
y los Amaneceres Gaiteros y es allí cuando se marca el comienzo de la navidad.
La gente comienza a mediados de noviembre a montar sus arbolitos, muchos se
esmeran con los nacimientos y es un gusto fijarse en las bellezas que muestran algunos
vecinos en las terrazas de sus casas. En algunas regiones celebran la paradura
del niño y desde el primero de diciembre hasta el 6 de enero comienzan las visitas
navideñas, la comedera y la bebedera de caña (caña es alcohol para quien no sea
venezolano)
Para nosotros todo es
un compartir: Yo no sé como estaremos ahora con esta crisis tan ruda que nos
toca vivir, pero el venezolano que yo recuerdo es un ser generoso, atento y
hospitalario que se alegra de la visita y le ofrece lo mejor que tiene en casa,
para nosotros la tacañería es una vergüenza, pero la tacañería en diciembre es
un pecado mortal. Así que si la Sra Maria hace un dulce de lechoza
espectacular, en navidad hace dulce de lechoza, para la casa y para el que
venga y así mismo con las Hallacas. ¡¡¿¿Que vaina es esa de veinte Hallaquitas??!!
¡¡No señor!! ¡Al menos unas 100 Hallacas!! Porque hay que darles a los vecinos
y así ellos nos dan a nosotros también 😉
Lo de la Hallaca es
algo bien importante para nosotros. Yo sé que, en Colombia y en Cuba tienen sus
tamales que se parecen a nuestras Hallacas. Pero para nosotros, los
venezolanos, la Hallaca, es la esencia de la navidad, es el producto del
trabajo en familia, del cariño y la ilusión de celebrar juntos. Nuestras
hallacas las preparamos juntos: Los hombres amarran, los niños limpian las hojas
(siempre supervisados por un adulto para que esa agua salga limpiecita) y colocan
los adornos, la abuela prepara el guiso, la tía amasa la masa, la otra la
extiende y si lo miras desde una esquina, el patio de la casa se convierte en
una mini fabrica familiar, donde participa literalmente hasta el perro. Y al fondo
por supuesto una Gaita: “Huele a navidad, Huele a navidad…” Todo el mundo bebiendo cerveza o tomando Whisky
o Ron, o cualquier cosa que contenga alcohol (bueno, los niños no) Y mientras armamos
nuestras Santas Hallacas, echamos cuentos de las reuniones anteriores, de la pea
que se echó el vecino en la fiesta de carnaval y se le rasgó el pantalón
haciendo la tijereta, nos acordamos de nuestros muertos, extrañamos a aquellos
vecinos que se mudaron, regañamos a Miguel Alejandro pa’ que no se siga
comiendo las aceitunas del adorno y así… Nos pasamos horas y horas, hasta que
salen nuestras primeras Hallacas, nuestra marca familiar. Y lo mismo pasa en
las casas de nuestros vecinos en toda la urbanización, en la ciudad y en el país
entero. Luego nos intercambiamos nuestras creaciones, por eso deben ser por lo
menos 100 Hallacas, hay que hacer el intercambio y este no se da solo por el animo
de compartir, sino también para corroborar, que “La mejor Hallaca la hace mi
mamá” 😉
Y entonces llega el 24
de diciembre y uno se pone su estreno: venezolano que se respete, estrena el 24
y el 31 (Lamentablemente los años viviendo en Suiza me han hecho perder esta
costumbre, pero voy a apartar unos realitos pa comprarme mi estreno del 31) se
decora la mesa, se saca la vajilla de navidad y cenamos. En unas casas beben,
bailan y hacen una parranda. Yo pasaba las navidades con mi papá y mi otra mamá
Solveig. Mi otra mamá, es de origen holandés y alemán, pero crecida en Venezuela,
sus hermanos, mis tíos, nacieron casi todos en Venezuela, así que en mis
navidades cantábamos “Ohhh Tannenbaummm… Ohhhh Tannenbaum”…. Seguido de: “Si la
Virgen fuera Andina y San José de Los Llanos…”
cantábamos alrededor de un árbol de pino natural que inundaba la casa de
un olor… un …. ¡No sé! No tengo palabras para describir el sentimiento tan
hermoso que me provocaba ese olor y el recordarlo hace que me den ganas de
llorar de la nostalgia. ¡¡Aquí los árboles de navidad no tienen olor!!
Bueno, ya me puse sentimental,
seguro mañana amanezco con los ojos hinchados.
Me encanta poder
escribir este blog, tenia mucho tiempo sin hacerlo, pero esta satisfacción es
mi regalo de navidad, de mi para mí. Esto de las navidades no termina aquí. Ya
les seguiré contando… <3 <3 <3
Y de ñapa una gaitica pa que se pongan sentimentales <3