lunes, 8 de diciembre de 2014

Mis hijas: Una historia de amor que no tiene fin

Por fin puedo volver a sentarme a escribir después de tantos días. Mi trabajo en los trenes  no es que me deja mucho tiempo para hacerlo, llego a casa o al hotel cansada y me pongo a hacer otras cosas y no sé, creo que el frio inclemente, el gris tono sobre tono que inunda el paisaje y el agotamiento, espantó a las musas por un tiempo.
Finalmente le he ganado la batalla a una gripe despiadada que me tenía en jaque desde hace varias semanas, tuve que meter reposo en mi trabajo dos veces, pero afortunadamente ya me reintegro mañana con mucha energía y dejando la casa limpia, porque si de algo me sirvió estar enferma fue para poner en orden esas cosas de la vida cotidiana que el trajín del trabajo no me deja ni siquiera comenzar. Y ustedes seguro se preguntaran:” ¿Pero que hace esta tipa todavía en ese país? Con un clima tan feo, viviendo solo para trabajar, no le queda tiempo ni pa’ pasarle un trapito a su casa!!” Bueno tengo que aclararles algo, para mí cualquier cosa es más importante que limpiar la casa, no crean que es solo por la falta de tiempo debido a mi trabajo ;)
Pero bueno, si no fuese por mis dos hijas, yo también estuviera haciéndome la misma pregunta o mejor aún ni siquiera me la haría porque viviría en otra parte. Y ahora se preguntarán: “¿Y porque no agarras tus muchachas y te vas pal’ carajo?” Bueno, porque no es tan fácil. Desde hace como cinco  años mis hijas viven con su papá y su nueva compañera de vida, tienen dos hermanitos, un perrito, una casa con jardín, amiguitos en la escuela, actividades extraescolares y una estructura familiar. Están bien y se siente bien, así que no las puedo sacar de su entorno. Y ahora se preguntaran: “¿Y porque esas muchachas no viven contigo? Los hijos son de la madre!!"
Hace como ocho años cuando mi ex –marido y yo nos separamos y él cumplió su promesa de abandonar el país, no me quedó otra opción que salir a trabajar, para mantenerme a mí y a mis hijas. Pero como nadie me daba empleo 100% porque mis niñas estaban muy pequeñas, lo que me faltaba para subsistir me lo completaba El Estado. Para mí no fue nada fácil vivir del Estado, porque aunque solo fuera parcialmente, me sentía controlada, limitada y me daba vergüenza, de hecho, en tantos años viviendo aquí, es la primera vez que me atrevo a decirlo públicamente. 
Cuando uno viene de países que no pertenecen a la Union Europea y no está contratado por una empresa transnacional, le toca agarrar lo que venga. Ese fue mi caso, pero tuve suerte, porque desde el principio trabajé en promociones y eso siempre me gustó, lo malo es que tenía que ir muchas veces a otras ciudades de Suiza y eso complicaba la cosa con el cuidado de las niñas. Siempre tenía que preguntarle a una persona diferente para que se hiciera cargo de ellas mientras yo trabajaba, a veces salía a las 05.00 de la madrugada y llegaba a las 11.00 de la noche y no las veía en todo el día. Las niñas no tenían estabilidad, ellas necesitaban una mamá en casa que las recibiera todos los días, les diera su almuerzo y se dedicara a ellas. Ya era bastante con que su papá andaba desaparecido. Mucha gente al verme siempre angustiada y estresada me recomendaban que dejara de trabajar, que me dedicara solo a mis hijas y que la ayuda social se encargara de nosotras por completo; pero para mí esa no era una opción, mi amor propio no me lo permitía, la conciencia de que  el vivir completamente del Estado podía complicarme la renovación del permiso y entorpecer mi proceso de integración al país, así como la convicción de que ser “Un caso social” es el peor ejemplo que se le puede dar a los hijos, me hacían que huyera aterrada de esa idea.
Un buen día reapareció mi ex con mujer y bebé nuevos. Honestamente le di  las gracias a Dios, sea como sea, como dirían muchas madres solteras en mi país “A esas muchachas no me las hice yo con el deo!!”. Me alegré por ellas y con la idea de poder tener el apoyo de él en la crianza de las niñas. Pero el pobre llegó con una mano adelante y otra atrás, igual o peor de como habíamos llegado nosotros en el 2003 durante varias semanas tuvo que vivir arrimado porque no encontraban casa.
Layla mi hija mayor, quien tiene un temperamento venezolanisssssssiiiiiiiiimoooooo, estaba llamando mucho la atención en el salón de clases y como aquí los hijos no le pertenecen a los padres sino al Estado (sobre todo los hijos de los extranjeros) En la escuela decidieron que lo mejor era enviarla a un internado para niños con problemas. Yo sentía que el mundo se me iba a caer encima. ¿Cómo iba a mandar a mi hija mayor a un internado para niños  con problemas y quedarme con la pequeña en casa? ¿Cómo se iba a sentir ella? No creo que lo hubiese podido entender y mucho menos me lo hubiese podido perdonar, ni ella a mí, ni yo a mí misma.
Afortunadamente mi ex-marido encontró casa por ese tiempo y me propuso que en vez de enviar a la niña mayor a un internado que le diera  las dos niñas a él para que yo pudiera estabilizarme, encontrar un empleo de lunes a viernes 100% y así en uno o dos años las niñas podían regresar conmigo.
 Aquí en Suiza un empleo de lunes a viernes es para un extranjero hoy en día,  como un Beefsteak en Cuba: “Todos lo quieren, pero encontrarlo es difiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiciiiiiiiiiiiiiilllllllllllll”
Al principio, no fue nada fácil para mí el verme en la posición de tener que entregarles a mis hijas a mi ex y a su nueva pareja. Ha sido un proceso muy duro y triste de superar, los primeros dos años fueron una pesadilla para todos los que estábamos involucrados en la historia; pero hoy por hoy me doy cuenta que fue una buena decisión. Todavía no he encontrado el empleo de lunes a viernes, pero me encuentro emocional y financieramente estable y eso es en gran parte por el apoyo de mi ex y su pareja al hacerse cargo de las niñas, ellas son felices y yo también al saber que ellas están bien.
Por eso aunque el día esté gris y frio, cuando veo las fotos de mis chamas se me alegra la vida, y aquí me voy a quedar hasta que ellas no me necesiten o por lo menos no me necesiten tanto. Tener a mis hijas es una buena escuela para aprender a amar, porque más allá del querer retenerles a mi lado quiero que sean felices estén donde estén y siempre que me necesiten yo estaré presente  y quien quita que algún día regresen, pero mientras tanto yo me quedo aquí…

Después les sigo contando mis cosas, ahora tengo que irme a la cama porque mañana me toca salir temprano a trabajar, hasta pronto <3 <3<3