En
realidad; hambre, lo que se llama hambre,
no tengo. Tampoco me duele la cabeza, ni siento mareos. Sólo de vez en cuando me provoca comerme un
buen pedazo de carne bien grasiento con tocineta y queso derretido por encima,
o una cosa frita(y eso que no me encantan las fritangas) rellena de queso y con
bastante grasa, como esas que publica la gente en las Pornos Gastronómicas de
Tasty. Pero estoy plenamente segura de que se trata de mi cerebro tratando de
probar mi fuerza de voluntad. Apenas llevo dos días haciendo el Master Cleanse:
Un ayuno a base de jugo de limón con pimienta de cayena y jarabe maple que dura
diez días. Mañana es mi tercer día y realmente, a pesar de las malas jugadas de
mi cerebro, estoy segura de que lo voy a lograr. “Mi misma” me dice siempre
para animarme: “ Tienes que terminarlo por tres razones: La primera; por tu
salud, la segunda; porque te vas a ver mas flaca y la tercera; para cagarte de
la risa de la gente que piensa que no lo vas a lograr. “ En realidad comencé a hacerlo por mi salud;
pero ahora, lo que más me motiva es el desafío.
No es
por exagerar, pero después de haber pasado mes y medio en Venezuela. Puedo
decir que esa prueba, la paso sin problemas.
Si bien es cierto que no pasé hambre, puedo dar fé de que la dieta de Maduro es muy
efectiva. La mayoría de la gente está muy delgada, muchos dicen que es desnutrición, yo me atrevería a decir que al
fín después de mucho tiempo la gente se está viendo obligada a comer sano.
Naturalmente dada la escasez de alimentos, los venezolanos, sobre todo los de menor capacidad adquisitiva se ven obligados a comprar lo que hay y muchas
veces lo que encuentran es de tan mala calidad e incluso de procedencia tan
dudosa, que prefieren abstenerse de consumir, leche, azúcar o café, entre muchas
otras cosas para no pasar a ser víctimas
de la falta de principios predadora de vendedores ambulantes a quienes les
importa un bledo mezclar la leche en polvo con cal provocando en consecuencia la muerte de niños inocentes.
En mi
país están pasando cosas terribles. Cada vez que me tocaba ir al SAIME
(oficinas de identificación y extranjería en Venezuela) veía a la gente buscando
comida entre la basura. Obvio que esta gente si está desnutrida, parasitosa y
pare usted de contar. También es cierto, que la comida está tan cara, que la
gente ha disminuido sus porciones ó trata de comer menos veces al dia para
poder rendir los alimentos y no me refiero a la gente más pobre, esas que viven
en la zonas rurales más apartadas del país o en los cerros de la zonas metropolitanas.
Me refiero a todo el mundo!! Al que tiene empleo, el que tiene su propio
negocio, el profesional. Y me pregunto: “ ¿Si esta gente está así, que quedará
para los sectores populares?”
Pero
la gente de alguna manera se las ingenia. No se echan a morir!! nada que ver!!
Que la cerveza está muy cara?? Compramos ginebra!! Que no hay carne pa´hacer
parrilla?? Comemos casabe con guasacaca!! Pero la fiesta de carnaval va!! Si o
Si!! Así somos los venezolanos. No hay fuerza, ni escasez, ni malandros, ni
nada en este mundo que nos quite las ganas de armar un bochinche!! Así sea en la
casa de fulanito de tal y aunque al final nos tengamos que quedar todos
arrecochinaos durmiendo en la misma casa “ Porque yo a esta hora no agarro ese
carro ni de vaina!!” Pero hay que rumbear de alguna manera.
Así
conocí a mi gente y así los sigo percibiendo cada vez que regreso, con alegría!! Fue súper chévere encontrarme otra vez con los panas de la cuadra.
Aunque fuese por un ratico, volverlos a ver, ver como casi todos ya tenemos
hijos y obvio que hemos cambiado físicamente; pero yo no sé porqué siempre que
los veo me parece que se ven igual. Nos acordamos de los cuentos de cuando estábamos pequeños, de las fiestas que se hacían en la casa de mis tíos y que
organizaba mi prima Josmar. De cuando las muchachas nos escapabamos a “La
Placita” para mirar a escondidas a los muchachos grandes hacer piruetas en
patineta y jugar basket. Cabe acotar que “La Placita” era un lugar de perdición
y desenfreno, donde iban los “Los más grandes” ( o sea los jóvenes entre 16 y
20 años) a montar patineta, jugar al basket y comer perros calientes, que
quedaba a tres cuadras de la casa y al cual mi tía Mariela y otras madres de la
urbanización nos tenían terminantemente prohibido frecuentar después de las 7.00
de la noche. Esa época la voy a recordar siempre con mucha nostalgia y cariño.
Varios de mis amigos de la cuadra han salido
por un timpo del país; pero han terminado regresando a Venezuela porque a pesar
de todas las vicisitudes, allí está su hogar, sus raíces y su razón de ser.
Todos están echándole un camión para mantenerse a flote, a fuerza de coraje,
mucha inventiva y voluntad.
Estoy
más que orgullosa de ellos.
Mi
prima Josmar, aprovechó para celebrar el cumpleaños de su esposo y hacer una
fiesta de carnaval que dió la oportunidad de reencontrarnos, reirnos, bailar
rico y por supuesto rememorar los
tiempos buenos. Aunque para ellos cualquier tiempo es bueno; siempre que haya
música y algo para beber. De hecho, hasta se burlan de los menos menos
privilegiados que vivimos en países ladilla como Suiza o USA y siempre
preguntan con sorna : “ Ah Naima!! Y qué tal la rumbita por allá en Suiza? “
Ellos saben perfectamente cual va a ser mi respuesta ;)
Todavía faltan muchas más anécdotas de este viaje; pero ya es hora de que me vaya a la
cama porque además me está entrando el antojo de comerme un Pepito de los que hacían en el Chester y eso ya es masoquismo!!
Ya les seguiré contando. Este es apenas el
principio <3 <3 <3
Esta es una foto de la fiesta de carnaval que organizó mi prima Josmar (a quien todavía le queda el uniforme del colegio! Imperdonable!!)