Estoy cansada, si por mi fuera, me acostaría todo el día a
dormitar frente al televisor, amodorrada y estado de transe mientras me calo un
maratón de películas por NETFLIX, a lo mejor, acompañada de mis niñas, quienes
me regresarían a la vida cada media hora con el argumento de tener hambre (No sé
dónde les cabe tanta comida, menos mal que no estamos en Venezuela) O de un
amorcito. Cada vez menos me disgusta la idea de integrar este tipo de compañía a
mi vida; pero por lo pronto ni mis niñas ni el amorcito. Hoy fue un día de
trabajo y de mucho esfuerzo mental. Hacía tiempo que no me encontraba en esta
situación de zozobra y de dualidad, trato de concentrarme en mi trabajo y ser
productiva; pero el cansancio y la angustia por saber que es lo sucede en mi
país no me permite lograr mis objetivos de productividad.
No dejo de pensar en Venezuela. Anoche tuve una pesadilla:
soñé que un montón de gente famélica con aspecto indigente trataba de abrir un
hueco a mi ventana y me llamaban, no llamaban mi nombre, solo gemían y miraban
por las rendijas de mi ventana, se esforzaban por entrar; pero en el sueño yo
estaba dormida, era de noche y al percibir su presencia quise gritar; pero no
me salía la voz. Me desperté sobresaltada, por un instante necesité ubicarme en
mi propia habitación, me sentí tranquila al darme cuenta de que solo fue un
sueño y “mi misma” como siempre me hizo entrar en razón “a ver Naima: quien va
a querer abrirle un hueco a tu ventana si vives en el tercer piso y nadie se puede
trepar hasta aquí; ¡ni que estuvieras en Caracas!!”
No pude recobrar el sueño. Me quedé pensando en Caracas. Que
rara se ha vuelto esa ciudad, la ciudad donde nací. Cuando fui adolescente me
mudé definitivamente al interior del país; pero nunca he podido dejar de ser
caraqueña. Es una relación amor odio, por más que quiera negarlo siempre hay
algo que me hace extrañar mi ciudad natal, algo que me hace soñar con el día en
que pueda regresar a vivir en las faldas de Avila. Pero ahora Caracas está más
contradictoria que nunca. Suelo quedarme con mi madrastra, me gusta quedarme
allá, me encanta su compañía, ella es como una madre para mí, nos conocemos muy
bien, nos respetamos, valoramos y hemos aprendido a ser grandes amigas. Mi mamá
está trabajando desde hace unos años en un ministerio en Caracas y como también
me encanta estar con mi mami, me quedé un par de noches en una habitación que
tiene alquilada donde una amiga en el Valle. Estando en casa de mi madrastra,
quien vive en una zona que en otros tiempos ofrecía un ambiente de seguridad,
bienestar y armonía, pude percibir con mucha tristeza el deterioro y
empobrecimientos de sus alrededores, gente hurgando en la basura en busca de alimentos,
mujeres en la avenida principal prostituyéndose, la sensación de ser
constantemente asechado el temor a los motorizados, en los supermercados, las
colas interminables, la omnipresencia del miedo, que te encierra dentro de tu
casa a las 6.00 de la tarde, un desasosiego general que casi se puede oler en la
densidad del aire. Los días que me quedé con mi mami en el Valle, me tomaron
por sorpresa las risas de los niños jugando al escondite a las 10.00 de la
noche. Un colombiano que en la pata del cerro que queda al frente del complejo
habitacional, ofrece fiesta y música a todo volumen para quienes quieran y no
quieran participar en su pachanga. Allí había un solo centro comercial y había un
montón de gente comprando, los niñitos jugaban en la tarde tranquilazos y los
padres se sentaban afuera como siempre, como hace 20 años. En las zonas
populares las cosas casi no han cambiado (claro que están pasando un camión de hambre,
pero yo me refiero a el entorno) lo único que ha cambiado es el discurso de
resentimiento y victimismo que ha empoderado y envalentonado a algunos miembros
de las zonas “menos privilegiadas” para azotar otros sectores de la ciudad a
los cuales no quiero calificar ni de exclusivos ni mucho menos privilegiados.
Este tema da mucha tela para cortar.
Porque una cosa es ser humilde y la otra ser víctima. Y esto me hace acordarme de mi tía Angelina.
Mi tía Angelina es una mujer de origen humilde, así como lo es mi papá mi tía Mariela,
mi Isa mi mamá y toda mi familia. La diferencia entre ella y todos los demás,
es que Angelina, a pesar de estar en una situación de pobreza extrema, a pesar
de haber perdido como 20 kilos producto de la mala nutrición, a pesar de tener
un marido enfermo en su casa a quien no le encuentra la medicinas, a pesar de
tener cuatro hijos de los cuales solo uno tiene empleo y es trabajando para una
empresa privada y a pesar de muchas pero muchas otras cosas más es chavista
hasta la medula. ¡PUEDEN CREER ESO!!!!???????? ¡Como es posible estar en la
absoluta palazón de bola y seguir apoyando un sistema que te hunde más y más!!??
Angelina va todas las semanas a casa de mi tía Mariela en
Maracay (ciudad donde vive la mayoría de mi familia paterna) y la ayuda con los
quehaceres para ganarse un plato de comida y no sentirse tan sola. Cuando uno
está débil necesita de sus seres queridos; nosotros la queremos, la aceptamos;
pero no la entendemos. Todos nos preguntamos: “¡Como es que después de estar
sufriendo en carne propia y de la peor manera las consecuencias de la ineptitud
de este DESgobierno, pueda seguir echándole la culpa a empresas Polar de que no
haya cerveza!!!??”
Cuando llegué a Maracay y le llevé los regalos a mi tía
Mariela, le entregué en sus manos a mi tío Cheo, un trozo de Jamón curado de La
selva Negra para que se lo comiera el solo hasta que le saliera por la nariz y
lo oídos porque yo sé que a él le encantan esas cosas. Sentada en un banquito del mesón de la cocina
Angelina sigue con la mirada como Cheo feliz va esconder quien sabe dónde su efímero
tesoro. Al perderlo de vista me dice con nostalgia: “Ese jamón debe ser bueno
pa` echárselo a los garbanzos, tu abuelo siempre me traía Jamón serrano pa` que
le hiciera los garbanzos” Y yo le pregunto: “Cuando fue eso?” Y ella responde: “Ah
puej!! Cuando vivíamos en Los Rosales y los muchachos taban chiquitos” Y Yo le
respondo: “O sea!! ¡En la cuarta!!” A lo que ella replica: “Ay Naima, no
empieces”
¡Hay que tener valor para calarse el Bullying de una familia
completa todos los fines de semana!! Esa noche cantamos y bailamos al son del karaoke.
Como ya era muy tarde, Mariela me ofrece quedarme allí. Me tocó compartir la
habitación con mi tía Angelina quien al percatarse del momento de intimidad y
confianza se sienta la borde de mi cama y me dice entre sollozos: “No hagas
caso a todo eso que cuentan Cheo y Mariela, si quieres ver otra Venezuela, te
invito a que veas mañana conmigo Venezolana de Televisión” Me imagino la cara
que debo haber puesto ante semejante argumento porque enseguida con la voz casi
ininteligible por el esfuerzo que hacía para contener el llanto continua diciéndome
:“Yo siempre te he querido mucho, tu eres mi sobrina preferida a pesar de que
eres tan “cu cu” (cu cu le dicen en algunas partes a la gente
pretenciosa y arrogante, también les llamamos sifrinos) yo ayudé a cuidarte
cuando a tu mamá la metieron en el
Cuartel San Carlos, yo no sé porque tu no me quieres, porque nunca me traes nada,
porque no quieres a los muchachos….” En ese momento tuve que hacer acopio de
mis capacidades empáticas y de auto control para impedir que “Mi misma” le respondiera
lo siguiente: “Yo si te quiero; ¡pero me arrecha tu estupidez!! ¿Porque no te
traigo nada?? ¿Porque no le dices a Maria Isabel de Chávez que te traiga algo??
¡Si ella está viviendo como una reina en
París es gracias a ti y a gente como tú!! Yo si quiero a mis primos; pero no
voy a permitir que nadie se meta en mis redes a insultarme por opinar distinto”
Bueno, lo de mis primos si se lo dije, es que a veces (casi siempre) “Mi misma”
se sale con la suya. Yo si la quiero, claro que la quiero, también quiero a mis
primos; pero como los quiero, quiero que vivan con dignidad, que no estén
esperando limosnas del DESgobierno, que tengan la oportunidad de ser dueños de
sus destinos y que dejen de sentirse victimas del sistema. No hay peor
victimario que quien se siente víctima.
Ya quiero que salgamos de esta pesadilla, no importa dónde
nos encontremos: Venezuela es un tema para todos los venezolanos, es la razón
de nuestros desvelos.
Me voy a tratar de dormir, luego les sigo contando <3
<3 <3