martes, 25 de diciembre de 2018

Una cosa es Navidad allá y otra cosa es navidad aquí ;)


¡Dios mío!! ¡¡Ya faltan solo seis días para que se termine el año!! Cada vez tengo la sensación más fuerte de que mientras mas edad tengo, más rápido se me pasa el tiempo. Ya van 15 inviernos y con cada invierno 15 navidades que paso fuera de mi país (salvo las navidades del 2005 en las que estuve de vacaciones en Venezuela, las últimas navidades fabulosas que he tenido)



Ayer fui a cenar Tex Mex con una amiga y su perrita, luego fuimos a un bar a tomar una cerveza y luego cada una se fue a dormir a su casa. A LAS 21.30 DE LA NOCHE!! ¡¡¡EL 24 DE DICIEMBE!!! ¡¡¡¿¿Dios que vaina es esa??!!! Solo en Suiza… Ni cuando estaba chiquita y me iba a la cama temprano para que el Niño Jesus “llegara más rápido” me iba tan temprano a dormir como ayer. Nooooo mira te voy a decir una vaina: ¡¡¡Mis navidades venezolanas no las cambio ni por millones de euros!!! Yo metida en mi cama a las 22.30 de la noche en uno de los países más seguros del mundo, mientras que mis panas en Venezuela ya estaban bien prendios echando vaina con la familia y los vecinos.

Aquí la familia son la mamá el papá el papá y los hijos. Para uno, la familia es: los padres, los tíos, los abuelos, los primos, los cuñados, los suegros y hasta los vecinos.

En el mundo occidental se celebra la navidad como un evento familiar, pero lo que para la gente de aquí es la familia, para nosotros es solo el principio.

La Noche Buena y el Año Nuevo a para nosotros, están precedidos por una serie de rituales que comienzan incluso mucho antes del mes diciembre: A finales de octubre comienzan las Gaitas y los Amaneceres Gaiteros y es allí cuando se marca el comienzo de la navidad. La gente comienza a mediados de noviembre a montar sus arbolitos, muchos se esmeran con los nacimientos y es un gusto fijarse en las bellezas que muestran algunos vecinos en las terrazas de sus casas. En algunas regiones celebran la paradura del niño y desde el primero de diciembre hasta el 6 de enero comienzan las visitas navideñas, la comedera y la bebedera de caña (caña es alcohol para quien no sea venezolano)

Para nosotros todo es un compartir: Yo no sé como estaremos ahora con esta crisis tan ruda que nos toca vivir, pero el venezolano que yo recuerdo es un ser generoso, atento y hospitalario que se alegra de la visita y le ofrece lo mejor que tiene en casa, para nosotros la tacañería es una vergüenza, pero la tacañería en diciembre es un pecado mortal. Así que si la Sra Maria hace un dulce de lechoza espectacular, en navidad hace dulce de lechoza, para la casa y para el que venga y así mismo con las Hallacas. ¡¡¿¿Que vaina es esa de veinte Hallaquitas??!! ¡¡No señor!! ¡Al menos unas 100 Hallacas!! Porque hay que darles a los vecinos y así ellos nos dan a nosotros también 😉

Lo de la Hallaca es algo bien importante para nosotros. Yo sé que, en Colombia y en Cuba tienen sus tamales que se parecen a nuestras Hallacas. Pero para nosotros, los venezolanos, la Hallaca, es la esencia de la navidad, es el producto del trabajo en familia, del cariño y la ilusión de celebrar juntos. Nuestras hallacas las preparamos juntos: Los hombres amarran, los niños limpian las hojas (siempre supervisados por un adulto para que esa agua salga limpiecita) y colocan los adornos, la abuela prepara el guiso, la tía amasa la masa, la otra la extiende y si lo miras desde una esquina, el patio de la casa se convierte en una mini fabrica familiar, donde participa literalmente hasta el perro. Y al fondo por supuesto una Gaita: “Huele a navidad, Huele a navidad…”  Todo el mundo bebiendo cerveza o tomando Whisky o Ron, o cualquier cosa que contenga alcohol (bueno, los niños no) Y mientras armamos nuestras Santas Hallacas, echamos cuentos de las reuniones anteriores, de la pea que se echó el vecino en la fiesta de carnaval y se le rasgó el pantalón haciendo la tijereta, nos acordamos de nuestros muertos, extrañamos a aquellos vecinos que se mudaron, regañamos a Miguel Alejandro pa’ que no se siga comiendo las aceitunas del adorno y así… Nos pasamos horas y horas, hasta que salen nuestras primeras Hallacas, nuestra marca familiar. Y lo mismo pasa en las casas de nuestros vecinos en toda la urbanización, en la ciudad y en el país entero. Luego nos intercambiamos nuestras creaciones, por eso deben ser por lo menos 100 Hallacas, hay que hacer el intercambio y este no se da solo por el animo de compartir, sino también para corroborar, que “La mejor Hallaca la hace mi mamá” 😉



Y entonces llega el 24 de diciembre y uno se pone su estreno: venezolano que se respete, estrena el 24 y el 31 (Lamentablemente los años viviendo en Suiza me han hecho perder esta costumbre, pero voy a apartar unos realitos pa comprarme mi estreno del 31) se decora la mesa, se saca la vajilla de navidad y cenamos. En unas casas beben, bailan y hacen una parranda. Yo pasaba las navidades con mi papá y mi otra mamá Solveig. Mi otra mamá, es de origen holandés y alemán, pero crecida en Venezuela, sus hermanos, mis tíos, nacieron casi todos en Venezuela, así que en mis navidades cantábamos “Ohhh Tannenbaummm… Ohhhh Tannenbaum”…. Seguido de: “Si la Virgen fuera Andina y San José de Los Llanos…”  cantábamos alrededor de un árbol de pino natural que inundaba la casa de un olor… un …. ¡No sé! No tengo palabras para describir el sentimiento tan hermoso que me provocaba ese olor y el recordarlo hace que me den ganas de llorar de la nostalgia. ¡¡Aquí los árboles de navidad no tienen olor!!

Bueno, ya me puse sentimental, seguro mañana amanezco con los ojos hinchados.



Me encanta poder escribir este blog, tenia mucho tiempo sin hacerlo, pero esta satisfacción es mi regalo de navidad, de mi para mí. Esto de las navidades no termina aquí. Ya les seguiré contando… <3 <3 <3

     

Y de ñapa una gaitica pa que se pongan sentimentales <3