Hoy tuve
libre y las niñas vinieron a pasarse el día conmigo, fuimos a comer en el
restaurant “más exquisito del mundo” (al
menos para los niños) Mc Donalds y luego
fuimos a un parque que a ellas les gusta mucho y al cual vamos desde que Fanya
estaba en mi barriga y Layla era un bebé de año y medio. En ese parque hice mi
cursito gratuito de alemán cuando estaba recién llegada a Suiza, así que íbamos
por lo menos dos veces por semana. El parque ha cambiado para mejor.
Aquí todo el mundo tiene que pagar impuestos y
estos se utilizan generalmente en el mejoramiento de las infraestructuras
públicas, así que no es de extrañar que un parque en mal estado termine convirtiéndose
en una joya en medio de uno de los barrios proletarios más grandes de la
ciudad, porque para eso se pagan los impuestos.
Antes el Claramatte
(el parque al que me refiero) era un espacio gris y triste, visitado en su mayoría
por borrachitos y drogadictos. Cuando íbamos a hacer nuestro curso que se
llamaba “aprender en el parque” las señoras que cuidaban de los nuestros niños
mientras nosotras aprendíamos, vivían corriendo detrás de los niñitos para que
no se quitaran los zapatos por temor a que se fuesen a pinchar con una
inyectadora infectada. Los niños jugaban y se divertían con lo poco que había en
ese desierto en blanco y negro, donde nosotras y nuestros niños éramos como
figuritas de colores pintadas deliberadamente para darle alegría a una fotografía
vieja y oscura. Mis niñas han crecido con y en ese parque, y han vivido todas y
cada una de sus transformaciones; pero fue hoy cuando caímos en cuenta de que
nuestro parque oficial había evolucionado, estaba bello, lleno gente linda de
todas partes de mundo, había un centro de actividades para niños, había vida!!
Pero el pabellón donde tomábamos las clases de alemán, seguía intacto, como
único testimonio del triste escenario en blanco y negro que afortunadamente ha
sido invadido por la vida, el color y la alegría.
Las niñas
se fueron a jugar con unos carritos que les prestaron en el centro de
actividades para niños y yo me quedé admirando lo lindo que estaba nuestro
parque. De repente llega un tipo con dos niñitos entre tres y cinco años. Como
buen padre suizo les saca su merienda, su bebida y se sienta también a mirar cómo
se divierten sus retoños. Era un hombre arregladito, si no era suizo, entonces
era alemán; porque solo un padre suizo o alemán va a estar como una gallina detrás
de sus pollitos pendiente de que beban, coman y “cuidado y se caen!!” Lo veía de tanto en tanto y pensaba: “hace un
par de años de repente hasta le hubiese echado una sonrisita”. Menos mal que
han pasado los años y he aprendido algunas cositas!
De repente
me acordé de Andy; el primer hombre del que me enamoré después de separarme del
papá de las niñas. Así era él con sus hijos, tan cuidadoso, que yo al lado de
él me sentía como una madre degenerada. Siempre les tenía todo preparado, eran
su tema favorito de conversación, los bichitos eran mal criados y él les tenía
una pasieeeeennnnnnnnnnciiiiiiiiiiiiiaaaaaaaaaaaaaaaaa.
Andy fue el
elegido entre los cuatro candidatos posibles que había conocido en la página de
internet para encontrar pareja. Era alto, bello (No estoy exagerando, el tipo
es bello) Arreglado, profesional, excelente padre, estable económicamente,
divertido? Bueno mandaba unos chistes graciosos, el mismo no es que era el alma
de la fiesta y tenía la voz como Shaggy el de Scooby doo. Pero con esas ganas
que yo tenía de conseguir novio, no me hubiese importado que fuera mudo y más
aburrido que los documentales que transmiten por la televisora española. Era buen
padre y era alemán, dos argumentos poderosísimos que sacaron de la competencia
al resto de los contrincantes. A mí me daba mucha vergüenza escribirle porque
mi gramática en alemán era terrible, pero él era muy comprensivo y decía que mi
manera de escribir le parecía “linda”. Después de dos semanas de
correspondencia intensiva, finalmente hicimos una cita. Esa noche fui yo con
mis niñas y el también llevó a sus niños,
y a dónde fuimos con esa muchachera? A dónde más? A Mc Donalds. Si, asi
como lo están leyendo, nuestra primera cita romántica la tuvimos con los cuatro
monos brincándonos encima en el restaurant más “chic” del mundo ;)
De allí en
adelante comenzamos a comunicarnos más por teléfono y nos veíamos casi siempre,
nos conocimos a finales de noviembre, así que yo siempre decía para mis
adentros que él era mi regalo de navidad. Las niñas lo querían muchísimo y él
era súper dulce con ellas. Conmigo era un caballero y estaba orgullosísimo de
llevarme a su lado, un día nos llevó a un circo que se estaba presentando muy
cerca de su pueblo y cuando salimos me dijo radiante: “Todos mis amigos están envidiosos
porque yo ando con la mujer más bonita de la noche”. Yo me sentía flotando en
una nube.
Tengo un
dolor de cuello que me está matando, me voy a la cama. Esta historia continua <3
<3 <3
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